
Ciencia, comunidad y cocina: así son las Salas LabCo de BibloRed
- María Brígida es una de las protagonistas de Ciencia en la Cocina, semillero de investigación comunitaria de la sala LabCo de BibloRed, ubicada en la Biblioteca El Tunal. Entre recetas, memorias y aprendizajes colectivos, encontró un espacio para compartir sus conocimientos.
En un rincón cálido de la Biblioteca Pública Gabriel García Márquez - El Tunal, entre aromas de chocolate en bola y conversaciones cruzadas sobre historia, ciencia y recetas, se cuece algo más que alimentos: se cocina conocimiento colectivo. Allí funciona una de las Salas LabCo de BibloRed, laboratorios ciudadanos de co-creación que han revolucionado la forma en que Bogotá vive la cultura, la ciencia y la participación comunitaria.
Desde su creación, estas salas se han convertido en espacios vibrantes donde la ciudadanía investiga, aprende y crea en colectivo. Equipadas para el ‘aprender haciendo’, cada una propone una metodología que valora el conocimiento empírico, la curiosidad y la posibilidad de equivocarse como parte del proceso. Son escenarios donde los roles tradicionales se difuminan: los usuarios son facilitadores, y los facilitadores también aprenden. “En la Sala LabCo todos tenemos algo que aprender y algo que enseñar”, dice María Brígida Forero, usuaria y una de las protagonistas de ‘Ciencia en la Cocina’, un semillero de investigación comunitaria que funciona en la LabCo de El Tunal.
Ciencia en la cocina: saberes que alimentan
El semillero Ciencia en la Cocina nació del interés común por entender la cocina como laboratorio cotidiano. Desde hace dos años, este grupo intergeneracional ha explorado cómo los alimentos, sus preparaciones y los procesos que los transforman pueden ser una puerta de entrada al conocimiento científico, a la historia personal y a la cultura barrial. La metodología es sencilla pero poderosa: aprender desde la experiencia, formular preguntas, observar, probar y compartir hallazgos.
Brígida, oriunda de Susa (Cundinamarca) y vecina de Bogotá desde hace décadas, se integró por curiosidad y terminó encontrando una comunidad. “Este grupo me enseñó a pensar diferente. Yo creía que por la edad ya lo sabía todo, pero aquí entendí que nunca se deja de aprender”, cuenta con una sonrisa mientras enumera algunas de las recetas que han explorado: arepas de huevo, envueltos, arroz con callo, torta de eugenias. Cada preparación es una excusa para indagar en técnicas ancestrales, propiedades físicas y químicas de los ingredientes o prácticas tradicionales de cuidado y salud.
La cocina es el hilo conductor, pero la experiencia va mucho más allá del plato servido. Como afirma Fabián Camilo Gómez, otro integrante del semillero, “entré por curiosidad y ahora siento que hago parte de algo más grande. Aquí no hay jerarquías. Todos tenemos voz”. Cecilia Méndez, participante del grupo, lo describe como un espacio de renacimiento emocional: “Sentía que no tenía motivación. Al llegar a este grupo fue como volver a tener familia. Cocinar entre todos me devolvió la alegría”.
Incluso quienes se sienten atraídos por la ciencia y la tecnología encuentran su lugar. Miguel Ángel Triana, apasionado por entender los procesos detrás de la cocción, lo explica así: “Me interesa por qué el maíz cambia según cómo lo cocinamos. Aquí hacemos ciencia sin darnos cuenta, sin miedo al error”. En este espacio, el ensayo y el error son parte fundamental del proceso. “El error no es un fracaso, sino parte del camino”, resume Brígida, con la convicción de quien ha hecho del aprendizaje una práctica viva.
Un modelo de innovación ciudadana
Las Salas LabCo, actualmente presentes en cinco bibliotecas públicas de Bogotá, promueven semilleros como este y muchos otros procesos de experimentación comunitaria. Robótica, inteligencia artificial, técnicas de impresión 3D, saberes ancestrales, co-creación artística y memoria barrial, todo cabe en estas salas diseñadas para activar la creatividad, la ciencia de lo cotidiano y el tejido social.
Este mes, BibloRed celebró la apertura de un nuevo espacio LabCo en la Biblioteca Pública Virgilio Barco, que funcionará como un laboratorio móvil y permitirá extender aún más estas experiencias por toda la ciudad. Más de 40 actividades están programadas en junio, en al menos ocho bibliotecas, con retos creativos, laboratorios abiertos, talleres prácticos y semilleros en diversas temáticas.
Para Brígida y sus compañeros de semillero, el sueño es que cada vez más personas —especialmente adultos mayores— se animen a participar. “Las personas dicen: ‘ya no tengo nada que hacer’. Pero aquí nos damos cuenta de que todavía tenemos mucho por aprender, por compartir y por enseñar”, afirma. Su deseo es crear un concurso o feria gastronómica comunitaria que motive a más vecinos a contar sus historias a través de la cocina.
Una ciudad que cocina conocimiento
Más que un espacio físico, las Salas LabCo representan una filosofía: la de una biblioteca abierta a la ciudad, donde el conocimiento circula en doble vía, se produce en comunidad y se resignifica a través de la vida cotidiana. Semilleros de investigación como Ciencia en la Cocina demuestran que la cultura no está en los libros solamente, sino en las manos, en las conversaciones y en las recetas heredadas. Bogotá, con sus múltiples sabores y voces, encuentra en estos espacios una receta para el encuentro, la curiosidad y la transformación social.