El cuento de Pinocho

Autor:  Carlo Lorenzini. FlorenciaItalia,1826 

Erase una vez en una vieja carpintería, Geppetto, un señor amable y simpático, terminaba más un día de trabajo dando los últimos retoques de pintura a un muñeco de madera que había construido. Al mirarlo, pensó: ¡qué bonito me ha quedado! Y como el muñeco había sido hecho de madera de pino, Geppetto decidió llamarlo Pinocho.

Aquella noche, Geppeto se fue a dormir deseando que su muñeco fuera un niño de verdad. Siempre había deseado tener un hijo. Y al encontrarse profundamente dormido, llegó un hada buena y viendo a Pinocho tan bonito, quiso premiar al buen carpintero, dando, con su varita mágica, vida al muñeco.

Al día siguiente, cuando se despertó Geppetto, no podía creer lo que estaba viendo. Su muñeco, Pinocho se movía, caminaba, se reía y hablaba como un niño de verdad, para alegría del viejo carpintero. Feliz y muy satisfecho, Geppeto pensó que sería bueno que Pinocho fuera a la escuela, así que lo inscribió, le compró su libro y un cuaderno, pues el sueño de Geppetto era que Pinocho se convirtiera en un niño muy listo y que aprendiera muchas cosas.

Cuando Pinocho se arregló para ir al colegio, saltó a su lado un grillo, quien se convirtió en su mejor amigo, así que ya podría ir a estudiar en compañía de su amigo Pepito Grillo, el consejero que le había dado el hada buena.

Pero, en el camino del colegio, Pinocho se hizo amigo de dos niños muy malos, siguiendo sus travesuras, e ignorando los consejos del grillito. En lugar de ir a la escuela, Pinocho decidió seguir a sus nuevos amigos, buscando aventuras no muy buenas por todo el día, fueron a un circo, tomaron dulces de algunas tiendas de la ciudad sin pagar, entre muchas travesuras más. Al ver esta situación, el hada buena le puso un hechizo.

Por no ir a la escuela, le puso dos orejas de burro, y por portarse mal, cada vez que decía una mentira, se le crecía la nariz poniéndose colorada. Pinocho acabó reconociendo que no estaba siendo bueno, y arrepentido decidió buscar a Geppetto. Supo entonces que Geppeto, al salir en su busca por el mar, había sido tragado por una enorme ballena.

Pinocho, con la ayuda del grillito, se fue al mar para rescatar al pobre viejecito. Cuando Pinocho estuvo frente a la ballena le pidió que le devolviese a su papá, pero la ballena abrió muy grande su boca y se lo tragó también a él.

Dentro de la tripa de la ballena, Geppetto y Pinocho se reencontraron. Y se pusieron a pensar cómo salir de allí. Y gracias a Pepito Grillo encontraron una salida. Hicieron una fogata. El fuego hizo estornudar a la enorme ballena, y la balsa salió volando con sus tres tripulantes. Todos se encontraban a salvo.

Pinocho volvió a casa y al colegio, y a partir de ese día siempre se ha portado bien. Y en recompensa de su bondad, el hada buena lo convirtió en un niño de carne y hueso, y fueron muy felices por muchos y muchos años.

 
 
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