Con recursos públicos y nueva tecnología, el Teatro Libre fortalece sus instalaciones
Mediante la Ley de Espectáculos Públicos (LEP), el Teatro Libre recibió un estímulo económico para realizar adecuaciones y mejoras en sus exhibiciones. La sede de Chapinero estrenó un sistema de sonido envolvente en su función número cien de “El Exorcista”.
Escrita por: Juan Diego Bernal Espejo
Las palabras “El Exorcista” iluminaban las calles que circundan las instalaciones del Teatro Libre, que hasta el día de hoy lleva poco más de cincuenta años en operación. Durante la fila, se podían escuchar murmullos y risas discretas acompañadas de señalamientos con el dedo índice para aquel que se creía que sería el asistente que cerraría primero los ojos durante toda la función.
En grupos de dos, de tres y hasta de cuatro personas, nos acercábamos a las taquillas de la sede de Chapinero del Teatro, ubicado en la Calle 62 N° 9A-65, para disfrutar de una noche que prometía por centésima vez encarnar un clásico del terror en esta tarima del Distrito Creativo y Diverso La Playa.
La taquilla era un claro homenaje a las más de cien obras y espectáculos de autores como Esquilo, Shakespeare, Molière, Kundera, Chéjov, García Márquez, Bonnett, Camacho, Ospina, entre otros, que hasta ese día habían desfilado sobre esa tarima. Ahí nos dimos cuenta de la carga histórica que tenía el establecimiento al que estábamos a punto de ingresar.
Una vez en el vestíbulo, los altavoces reproducían los mejores clásicos de jazz y dos escaleras, una a cada lado, me invitaban a subir para conocer las instalaciones en profundidad. En el segundo piso, di con una antesala decorada con portaretratos a blanco y negro con un estilo similar al movimiento impresionista, unas sillas vinotinto con mesas de madera ideales para una tarde de tertulia previa al espectáculo.
Con las puertas de acceso a la silletería aún cerradas, unos gritos opacaron los saxofones característicos del estado de Luisiana. Los meseros, mientras tanto, se miraban unos a otros asombrados, y entre dientes comentaban la potencia de los nuevos equipos de sonido adquiridos por el teatro, asegurando que ningún ensayo se había escuchado de esa manera.
La atmósfera terrorífica parecía estar in crescendo gracias al evidente diseño surround. Y no era para menos, pues a través de la Ley de Espectáculos Públicos (LEP), ampliada mediante la 2070 de 2020, el Teatro Libre se hizo acreedor a una beca en 2023-2024 para mejorar sus equipos tecnológicos e instalaciones con el fin de incentivar la producción, circulación y calidad de sus espectáculos vinculados con las artes escénicas.
Este hecho transformador fue un factor decisivo para el aumento de las expectativas y los nervios para quienes estábamos ahí a punto de presenciar la escena. Las dudas sobre cómo interpretar un exorcismo en escena invadían nuestros pensamientos y se convertían en el tema de conversación de quienes, por el momento, éramos comensales.
Con la escenografía dispuesta y los asistentes uno a uno acomodados, entre el humo neblinoso y una fachada que invitaba a una sinestesia clara con la canción de Mike Oldfield, “Tubular Bells”, apareció Fabián Velandia, director ejecutivo del Teatro Libre, quien mencionó: “Desde este escenario estamos muy orgullosos de haber participado en la beca dispuesta a través de la LEP, sabemos y reconocemos esta gran ayuda que va más allá de hacer mejoras técnicas, pues son un impulso en este camino para ser autosostenibles con espectáculos de calidad global”, posteriormente invitó a apagar los celulares y nos invitó a sumergimos en una experiencia sin igual.
Tal y como sucede en la novela del escritor y director estadounidense William Peter Blatty, “El Exorcista” enfoca a tal punto la atención del espectador en la afectuosa relación madre e hija, que quienes se sentaron a mi lado parecían estar leyendo mis pensamientos al pronunciar: ¿Qué haría yo si esto me pasara?
Como si eso fuera poco, la angustia interrogativa, acompañada de movimientos nerviosos de piernas estrellando contra el suelo, se fue intensificando con las actuaciones, gritos y movimientos histriónicos de la protagonista, que hacía un dúo envidiable con el sistema envolvente. Como asistente, ya no recibía un estímulo usual en escena, sino un terror sensorial que alertaba cada músculo del cuerpo. Sin duda alguna, yo estaba allí presentando el ritual en carne viva.
Una vez finalizada la interpretación, entre sustos y alivio nos pusimos de pie para aplaudir el trabajo del elenco y su producción, la obra se puede decir que es inefable, ya que logra sumergir al público en un miedo confuso entre la esencia del terror y los sustos repentinos. El teatro estuvo a la altura de las exigencias de la trama, permitiendo desarrollar escenas que antes consideraba impensables, además de provocar varios gritos en los asistentes.
El Teatro Libre de Bogotá está listo para albergar presentaciones de talla mundial, el nuevo sonido envolvente permite una experiencia inmersiva que potencia la calidad de la obra y logra que los asistentes sientan que están representando un rol protagónico en el montaje.
El salto de calidad evidente posiciona poco a poco esta actividad como una excelente alternativa para los planes nocturnos en Bogotá, nos invita a imaginar y ser conscientes de lo poderosos que son estos espacios para generar un cambio social, pues por medio de preguntas y reflexiones pueden desafiar las normas establecidas, cuestionar las injusticias y fomentar la empatía y la comprensión entre la ciudadanía.
Esta es una apuesta ganadora en medio de una ciudad tan diversa como nuestra capital, estamos listos para interpretar y entender la belleza en todos sus contextos, desde estas mismas tablas donde hoy presenciamos un exorcismo, podemos ver y llorar con los más intensos dramas literarios.