El barrio Las Cruces celebra el alma popular de Bogotá

En el marco del cumpleaños 487 de Bogotá, la estrategia El Centro Vive llega a la Plaza Distrital de Mercado Las Cruces con una jornada de limpieza, embellecimiento y activación cultural, con la que se quiere rendir homenaje a una comunidad resiliente, honrar su historia y poner en valor su presente.

Ubicado en el centro oriente de Bogotá, el barrio Las Cruces guarda entre sus calles empinadas y su arquitectura de antaño las huellas profundas de la historia capitalina. Fundado como parroquia en el siglo XIX, fue testigo del crecimiento urbano de la ciudad y epicentro de una vida popular, obrera y profundamente solidaria. Aquí se gestaron oficios tradicionales, se mezclaron migraciones de todas las regiones del país y florecieron expresiones culturales únicas.

Uno de sus lugares más emblemáticos, la Plaza de Mercado Las Cruces, continúa latiendo con fuerza. Inaugurada en 1925, esta plaza es mucho más que un sitio de abastecimiento: es un punto de encuentro, memoria y resistencia. Hoy, los vendedores de antaño conviven con nuevas generaciones, sabores, recetas y saberes que siguen dando vida a este territorio.

Una jornada para celebrar lo que somos

Este 9 de agosto, múltiples entidades del Distrito se unen en una jornada de intervención, arte y cuidado del espacio público, como parte de la estrategia El Centro Vive y en articulación con el lema “487 razones para amar a Bogotá”.

Durante la jornada, se realizarán actividades como: pintura y embellecimiento de fachadas y mobiliario, jornadas de limpieza y recuperación del entorno, intervención comunitaria con tiza y memoria, muestras culturales y activaciones artísticas y diálogo con habitantes, comerciantes y liderazgos comunitarios.

¡Ven a Las Cruces y encuentra muchas razones para amar a Bogotá!

Esta es una oportunidad para reconocer el valor de estos barrios históricos, para cuidarlos y compartir con quienes los habitan día a día. 

Este 9 de agosto, te invitamos a volver a Las Cruces, a caminar sus calles con otros ojos, a reconocer su historia y a escribir con tu propia mano por qué vale la pena amar este barrio.

Ven con tu voz, tu energía y tu memoria. Súmate a esta jornada de arte, cuidado y transformación colectiva. Porque cuando participamos, el centro vive.