El cazador fantasma

El cazador fantasma

Desde hace mucho tiempo, en nuestro país existe la leyenda del cazador fantasma. Dicen que persigue venados de oro, armadillos, tortugas colmillonas, castores y liebres en los bosques de clima frío y en quebradas cristalinas.

Muchos campesinos creen que el alma del cazador está en el purgatorio, que no ha podido descansar en paz y que grita de pena. Como un mensajero fúnebre, tiene la misión de notificar que se llevará las almas de los cazadores crueles al otro mundo, de los traficantes de animales, de los que tumban árboles y plantas medicinales, y de los intrusos que cazan por ambición.

La imagen del cazador que anda por aquellos paisajes, rara vez se deja ver. Quienes lo han podido ver, dicen que es un hombre corpulento, de cabello abundante y suelto. Está vestido de diferente manera, dicen que cambia constantemente, pasa de rojo a verde, de amarillo a blanco... Tiene gorro, lleva unos binóculos, una carabina colgada al hombro, cantimplora, carriel y mochila. En su cinturón tiene enredada la cubierta de un machete y el estuche de una linterna.

Cuentan además, que lo acompaña un perro blanco con manchas amarillas, negras y cafés, con las orejas caídas y con grandes dientes. Dicen que escarba para que le vean sus enormes garras y parece que este perro es quien arrastra el fantasma del cazador con la cadena que lo une a una de sus manos.

Constantemente el cazador estimula al perro con voz triste, por eso es que el aullido del perro anuncia tragedia y fatalidad. Los campesinos creen que ver y oír al cazador fantasma es de mal agüero, porque de repente vuelan búhos y dicen que el fantasma trata de matarlos para lograr salvar su alma.

Cuando el espíritu del cazador merodea, lo escoltan muchos buitres y cuervos entonando su funesto canto. Además, se escucha el resoplido del cazador. Los insectos dejan de chillar, las ranas de croar, los pájaros de cantar, las vacas de bramar y los caballos de relinchar. Lo único que reina es el silencio absoluto.

De repente, el lugar en donde se encuentre el fantasma, se invade de tiniebla y de silencio sepulcral. Es el momento para que el cazador fantasma revolotee tan rápido como pueda, echa fuego y refunfuñea, haciendo que los animales de ese lugar corran a esconderse.

Dicen los que han escuchado y han visto al cazador fantasma, que al escuchar su gruñido quedan petrificados y que muchos han enloquecido. Además, que los caballos, mulas o burros se paran en sus patas traseras derribando la carga que llevan y a sus jinetes con toda su furia y miedo a la vez. Cuentan que para tranquilizarlos, hay que ponerles música folclórica, echarles agua bendita, orar, orar, y orar.

Todo esto puede ayudar a controlar los animales y hacer que el cazador fantasma se aleje para siempre.

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